2024/10/19

Noche 584



Pero cuando llegó la 584ª noche

Ella dijo:
"¡... Oh hermano mío bienamado! ¡Oh querido, cuya llegada hace bailar de alegría a las piedras de la casa! ¿Quieres decirnos el nombre encantador por que te llaman y el motivo que te trajo a la puerta de nuestra morada?"
El contestó: "Sabe, ¡oh hermana que me interrogas, y tú también, nuestra hermana mayor! que me llamo Hassán. ¡Respecto al motivo que me trajo a este palacio, no fué otro que mi dichoso destino! ¡No obstante, es verdad que, si estoy aquí, fué después de haber sufrido tribulaciones muy grandes!" Y contó desde el principio hasta el fin lo que le había ocurrido con el mago Bahram el Gauro. Pero no hay utilidad en repetirlo. E indignadas por la conducta del persa, exclamaron a la vez las dos hermanas: "¡Oh perro maldito! ¡Se tenía muy merecida la muerte, y has hecho bien ¡oh hermano nuestro! en impedirle por siempre respirar el aire de la vida!"
Tras de lo cual se encaró la mayor con la más joven, y le dijo: "¡Oh Botón-de-Rosa! ¡Ahora te corresponde a ti contarle a nuestro hermano nuestra historia, a fin de que la retenga en su memoria!" Y la encantadora Botón-de-Rosa dijo:
"¡Has de saber, ¡oh hermano mío, oh el más hermoso! que nosotras somos princesas! Yo me llamo Botón-de-Rosa, y esta hermana mía que ves aquí se llama Grano-de-Mirto; pero también tengo otras cinco hermanas, más bellas todavía que nosotras, que están de caza en este momento y que no tardarán en regresar. La mayor de todas nosotras se llama Estrella-de-la-Mañana, la segunda se llama Estrella-de-la-Tarde, la tercera Cornalina, la cuarta Esmeralda, y la quinta Anémona. Pero yo soy la más joven de las siete. Y somos hijas del mismo padre, pero no de la misma madre; yo y Grano-de-Mirto somos hijas de la misma madre. Y nuestro padre, que es uno de los poderosos reyes de los genn y de los mareds, es un tirano tan orgulloso, que no juzgando a nadie digno de convertirse en esposo de una de sus hijas, juró que no nos casaría nunca. Y para tener la certeza de que jamás se defraudaría su voluntad, hizo comparecer a sus visires, y les preguntó: "¿Sabéis de algún lugar que no lo frecuenten ni los hombres ni los genn, y que pueda servir de vivienda a mis siete hijas?" Los visires contestaron: "¿Y para qué, ¡oh rey nuestro!?" El dijo: "¡Para poner a mis siete hijas al abrigo de los hombres y de los genn de especie masculina!" Ellos dijeron: "¡Oh rey nuestro, creemos que las mujeres y las jóvenes sólo fueron creadas por el Bienhechor para que se unieran a los hombres por los órganos delicados! Y por cierto que ha dicho el Profeta (¡con El la plegaria y la paz!): "Ninguna mujer envejecerá virgen en el Islam!" ¡Así, pues, caería un gran oprobio sobre la cabeza de nuestro rey si sus hijas envejecieran con su virginidad! Además, ¡por Alah! ¡qué lástima para su juventud!"
Pero nuestro padre contestó: "¡Antes quiero verlas morir que casarlas!" Y añadió: "¡Si no me indicáis ya, el paraje porque os pregunto, saltará de vuestro cuello vuestra cabeza!" Entonces los visires contestaron: "En ese caso, ¡oh rey! sabe que hay un paraje muy a propósito para resguardar a tus hijas: la Montaña-de-las-Nubes, que en los tiempos antiguos estaba habitada por los efrits rebeldes a las órdenes de Soleimán.
Allá se yergue un palacio de oro levantado antaño por los efrits rebeldes para que les sirviera de refugio, pero que está abandonado desde entonces y permanece desierto. ¡Y la región en que se halla situado se ve favorecida por un clima admirable y abundante en árboles, en frutas y en aguas deliciosas más frescas que el hielo y más dulces que la miel!" Al oír estas palabras, nuestro padre se apresuró a enviarnos aquí con una escolta formidable de genns y de mareds, los cuales, una vez que nos pusieron en seguridad, retornaron al reino de nuestro padre.
"¡Y he aquí que, desde que llegamos, vimos que, efectivamente, esta comarca aislada de todas las criaturas de Alah, era una comarca florida, rica en selvas, en pastos lozanos, en vergeles y en manantiales de aguas corrientes que se deslizaban en abundancia, comparables a collares de perlas y a lingotes de plata; que los arroyos se empujaban unos a otros para contemplar y mirarse en las flores que les sonreían; que el aire estaba encantado con trinos y perfumes; que los palomos de collar y las tórtolas salmodiaban desde las ramas por la primavera y cantaban loas al Creador; que los cisnes nadaban gloriosamente en los lagos, y que los pavos reales, con sus espléndidas vestiduras incrustadas de coral y pedrerías de color a millares, eran semejantes a recién casadas; que la tierra era una tierra pura y alcanforada, hermosa con todas las bellezas del Paraíso; y en fin, que éste era un país elegido por las bendiciones!
"Así es ¡oh hermano mío! que de ningún modo nos creemos desgraciadas por vivir en semejante país, dentro de este palacio de oro; y dando siempre las gracias al Retribuidor por sus favores, no sentimos más que una cosa, y es no tener, para que nos haga compañía, ningún hombre de rostro agradable a la vista cuando nos despertamos por la mañana, y de corazón amante y bien intencionado. ¡Por eso ¡oh Hassán! nos ves ahora tan alegres con tu llegada!"
Y tras de hablar así, la encantadora Botón-de-Rosa colmó a Hassán de agasajos y regalos, como se hace entre hermanos y entre amigos, y continuó charlando con él afectuosamente.
Entretanto, llegaron las otras cinco princesas, hermanas de Botón-de-Rosa y de Grano-de-Mirto; y encantadas y satisfechas de ver a un joven tan hermoso y a un hermano tan delicioso, le hicieron la acogida más graciosa y más cordial. Y después de las zalemas y las fórmulas y frases preliminares, le hicieron jurar que permanecería con ellas un largo transcurso de tiempo. Y Hassán, que no veía en ello ningún inconveniente...
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.

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