Pero cuando llegó la 543ª noche
Ella dijo:
... regresó a su reino y a su ciudad.
¡Pero volvamos ahora a la isla verdeante donde la joven Mirta, la de alma sensible, depositó a Sonrisa-de-Luna, transformado por la princesa Gema en pájaro blanco con pico y patas rojos!
Cuando el pájaro Sonrisa-de-Luna se vió abandonado por la caritativa Mirta, se echó a llorar copiosamente; luego, como tenía hambre y sed, se puso a comer frutas y a beber agua corriente, pensando siempre en su mala suerte y asombrándose de verse convertido en pájaro. Y por más que intentó servirse de sus alas para volar, no pudieron sostenerle en el aire, porque era muy grande y muy pesado. Y acabó por resignarse a su destino, pensando: "Al fin y al cabo, ¿qué lograría con abandonar esta isla, si no sé adónde dirigirme ni nadie podrá reconocer bajo mi apariencia de pájaro al rey que hay dentro de mí?"
Y continuó viviendo tristemente en la isla; y por la noche se encaramaba a un árbol para dormir. Y he aquí que un día en que se paseaba desolado con sus patas y cabizbajo de tantas preocupaciones como tenía, le divisó un pajarero que iba a tender sus redes de caza en la isla. Y encantado por el aspecto magnífico de aquel pájaro tan grande que no tenía par y cuyo pico y patas rojos resaltaban de manera tan bonita en la blancura del plumaje, se regocijó mucho por poder poseer semejante pájaro de una especie desconocida en absoluto para él.
Tomó, pues, todas sus precauciones, y con diestra lentitud se acercó por detrás del animal y de pronto le echó la red encima y le capturó. Y entusiasmado con aquel hermoso ejemplar de caza, volvióse a la ciudad de donde había ido, llevando al hombro y delicadamente cogido por las patas al pajarraco.
Al llegar a la ciudad, se dijo el pajarero: "¡Por Alah! que en mi vida he visto un pájaro parecido a éste, ni en mis cacerías por tierra ni por mar! Así es que me guardaré bien de vendérselo a un comprador vulgar que no se dé cuenta del precio ni del valor; que probablemente le mataría y se lo comería con su familia; pero voy a llevárselo como regalo al rey de la ciudad, que se maravillará de su hermosura y me recompensará espléndidamente". Y fué a palacio y se lo llevó al rey, el cual quedó en extremo encantado al verlo, y sobre todo admiró el hermoso color rojo del pico y de las patas. Y lo aceptó y dió diez mil dinares de oro al pajarero, que besó la tierra y se fué.
Entonces el rey mandó construir una jaula grande con enrejado de oro, y encerró en ella al hermoso pájaro. Y le puso delante granos de maíz y de trigo; pero el pájaro no arrimó a ellos el pico. Y el rey se dijo, asombrado: "¡No los come! ¡Voy a darle otra cosa!" Y le sacó de la jaula y le puso delante pechuga de pollo, lonchas de carne y frutas. Y al punto el pájaro empezó a comer con notoria satisfacción, lanzando pequeños arrullos y pavoneando sus plumas blancas. Y al ver aquello, el rey vaciló de alegría, y dijo a un esclavo: "¡Corre en seguida a prevenir a tu ama, la reina, de que he comprado un pájaro prodigioso que es un milagro entre los milagros del tiempo, a fin de que venga a admirarle conmigo, y a ver la manera maravillosa que tiene de comer todos estos manjares, con los que, por lo general, no se alimentan los pájaros!" Y el esclavo se apresuró a ir a llamar a la reina, que no tardó en presentarse.
Pero cuando hubo divisado al pájaro, la reina se cubrió inmediatamente el rostro con un velo, y retrocedió hacia la puerta y quiso salir indignada. Y corrió tras ella el rey, y le preguntó reteniéndola por el velo: "¿Por qué te cubres el rostro, si no estamos aquí más que yo, tu esposo, los eunucos y las servidoras?" Ella contestó: "¡Oh rey! has de saber que ese pájaro no es un pájaro, sino un hombre como tú! Y no es otro que el rey Sonrisa-de-Luna, hijo de Schahramán y de Flor-de-Granada la marina. ¡Y le ha metamorfoseado así la princesa Gema; hija de Salamandra el marino, vengando con ello a su padre, que fué vencido por Saleh, tío de Sonrisa-de-Luna!"
Al oír estas palabras, el rey se asombró hasta el límite del asombro, y hubo de exclamar: "¡Alah confunda a la princesa Gema y le corte la mano! ¡Pero, ¡por Alah sobre ti! ¡Oh hija de mi tío! dame más detalles acerca de la cosa!" Y la reina, que era la maga más insigne de su tiempo, le contó toda la historia sin omitir detalle. Y prodigiosamente maravillado, el rey se encaró con el pájaro, y le preguntó: "¿Es verdad todo eso?" Y el pájaro ...
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discreta.
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