Y cuando llegó la 520ª noche
Ella dijo:
"... y de improviso se me quedó estupefacto de admiración el espíritu, ¡oh mis huéspedes honorables! ¡Porque era ella verdaderamente cual la luna en su decimocuarto día, y sólo con el modo que tuvo de corresponder a mi zalema, acabó de arrebatarme la razón a causa del tono de su voz, más melodiosa que los acordes del laúd; y toda ella era hermosa, y graciosa y simétrica por todos lados, en verdad! Y sin ninguna duda a ella se refieren estos versos del poeta:
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- ¡La hermosa! ¡Si apareciese en medio de los infieles, abandonarían por ella sus ídolos y la adorarían como a única divinidad!
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- ¡Si sobre el mar se mostrara ella desnuda por completo, sobre el mar de olas amargas y saladas, se endulzaría el mar con la miel de su boca!
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- ¡Si desde Oriente se mostrara a algún monje cristiano de Occidente, es seguro que el monje abandonaría el Occidente y volverá hacia Oriente sus miradas!
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- ¡Pero yo que la vi en la oscuridad iluminada por sus ojos, me grité a mí mismo: “¡Oh noche! ¿Qué veo? ¿Es una aparición ligera que me engaña, o es una virgen intacta que reclama un copulador?”
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- "¡Los dientes hermosos, para parecer lo bastante hermosos, necesitan que se los frote con el tallo aromático! ¡Y el zib es a las vulvas hermosas lo que a los dientes jóvenes es el tallo aromático. ¡Oh musulmanes, ayudadme! ¿Es que no hay en vosotros un zib superior que sepa tenerse en pie?"
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- ¡Entonces sentí que mi zib crujía en sus coyunturas y me levantaba la túnica para adquirir un impulso triunfante! ¡Y en su lenguaje dijo a la bella: "¡Hele aquí! ¡Hele aquí!"
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- ¡Entonces rasgué sus velos! ¡Pero ella tuvo miedo, y me dijo: "?Quién eres?" Contesté: "¡Un valiente cuyo zib erguido acaba de responder a tu llamamiento!"
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- ¡Y la asalté sin más tardanza, y mi zib, poderoso como un brazo la apuntaba triunfalmente entre los muslos!
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- ¡De modo que cuando acabé de meter el tercer clavo, me dijo ella: "¡Más adentro, ¡oh valiente! más adentro!" Y contesté: "¡Más adentro, ¡oh dueña mía! ¡más adentro! ¡Ya llegó!"
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- ¡No bebas el vino más que cuando te lo brinde la mano de un tierno jovenzuelo; pues si el vino produce embriaguez, el jovenzuelo hace mejorar el vino!
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- ¡Porque el vino no procura delicias a quien lo bebe, a menos que el copero tenga mejillas en que brillen puras rosas, cándidas y frescas!
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente
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