Ella dijo:
... una vez que hubo recitado estos versos, contó al rey algunos otros pormenores más después quedose hecha un mar de lágrimas, e improvisó los versos siguientes:
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- ¡He podido disfrutar de la vida hasta el día en que conocí a aquel prodigio de amor! ¡Ojalá todos los meses del año sean para el amigo meses de tranquilidad, como lo es el mes sagrado de Bagdad!
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- ¡Cuán asombroso sería que el día de mi destierro las lágrimas que vertí pudieran transformarse en fuego líquido dentro de mis entrañas!
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- ¡Aquel día cayó de mis párpados una lluvia de sangre en gotas redondas; y la superficie de mis mejillas se coloreó de rojo!
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- ¡Y los lienzos con que se enjugaron todas estas lágrimas se tiñeron tan de rojo, que parecían la túnica de Joset coloreada de una sangre engañosa!
Y al punto el rey recitó estos versos:
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- ¡Oh hija de raza noble y generosa, llegaste a la meta perseguida! ¡Te lo anuncio con alegría! ¡Nada tienes que temer ya aquí!
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- ¡Hoy mismo acumularé grandes riquezas y se las enviaré al rey Schamikh custodiadas por jinetes y guerreros!
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- ¡Le enviaré cofrecillos de almizcle y fardos con brocados, añadiendo a ello oro y plata virgen!
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- ¡Sí! ¡Y mis cartas enterarán, por medio de la escritura, de que deseo ser su aliado y su pariente!
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- ¡Hoy mismo te ayudaré con todas mis fuerzas para que te unas lo más pronto posible al que amas!
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- ¡Por mí propio gusté siempre la amargura del amor! ¡Y he aprendido a complacer y disculpar a quienes bebieron en tan amargo cáliz!
Tras de lo cual el rey Derbas escribió al rey Schamikh una carta alusiva, se la entregó al visir, reiterándole las órdenes concernientes a Delicia-del-Mundo, y le dijo: "¡Has de saber que como no me lo traigas, se te destituirá de tu cargo!" El visir contestó: "¡Escucho y obedezco!" Y al punto se puso en camino, con los presentes aquellos, hacia las comarcas del rey Schamikh.
Cuando llegó a presencia del rey Schamikh, le transmitió la zalema de parte del rey Derbas, y le entregó la carta y los presentes que había traído para el.
Al ver aquellos presentes y al leer la carta, donde se hacía referencia a Delicia-del-Mundo, el rey Schamikh vertió abundantes lágrimas y dijo al visir del rey Derbas: "¡Ay! ¿Dónde estará ahora Delicia-del-Mundo? ¡Porque ha desaparecido! ¡E ignoramos en qué sitio se encuentra! ¡Si puedes traérmelo, ¡oh visir embajador te daré el doble de lo que suponen los presentes que me ofreces!" Y al decir estas palabras, quedó hecho un mar de lágrimas el rey, lanzando gemidos, lamentándose y estallando en sollozos.
Luego recitó estos versos:
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- ¡Devolvedme a mi bienamado, y os obsequiaré con tesoros de perlas y diamantes!
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- ¡Era él para mí la luna llena en el seno de un cielo puro y bello! ¡Era el amigo predilecto, por sus modales exquisitos y encantadores!
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- ¡No podría compararse con él la fina gacela! ¡Es su talle la rama del bambú, del que serían frutos sus maneras deliciosas!
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- ¡Pero ni la frágil rama, a pesar de su belleza joven, podría seducir a la razón humana como él!
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- ¡Entre las caricias le eduqué en sus tiernos años! ¡Y heme aquí ahora triste y desolado por su alejamiento, y con el espíritu poseído de una turbación sin límite!
Entonces el rey Schamikh se encaró con su propio visir Ibrahim, padre de Rosa-en-el-Cáliz, y le dijo: "¡Vas a acompañar al visir emisario, y llevarás contigo una escolta importante; y de ese modo le ayudarás a hacer por todas las comarcas las pesquisas necesarias para encontrar a Delicia-del-Mundo!" El visir contestó: "¡Escucho y obedezco!"
Y al punto se hizo escoltar por una tropa de guardias, y en compañía del visir emisario partió en busca de Delicia-del-Mundo.
De esta suerte viajaron durante mucho tiempo y cada vez que se cruzaban con beduinos o caravanas, les pedían noticias de Delicia-del-Mundo, diciéndole: "¿Habéis visto pasar a un individuo así, cuyo nombre es éste y cuyas señas son tales y cuales?" Y la gente contestaba...
En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente.
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