Pero cuando llegó la 362ª noche
Ella dijo:
". .. Has de saber, pues, ¡oh Belukia! que en el principio de tiempos, Alah el Altísimo creó el fuego, y lo guardó en el Globo en siete regiones diferentes, situadas una debajo de otra, cada cual a una distancia de mil años, según medida humana.
"A la primera región del fuego la llamó Gehannam, y su espíritu la destinó a las criaturas rebeldes que no se arrepienten. A la segunda región la llamó Lazy, porque la construyó en forma de sima, y la destinó a todos aquellos que después de la venida futura del profeta Mohamed (¡con él la plegaria y la paz!) persistiesen en sus errores y sus tinieblas y rehusaran hacerse creyentes. Construyó luego la tercera región, y tras de darle la forma de una caldera hirviente, la llamó El-Jahim, y encerró en ella a los demonios Goy y Magoy. Después de lo cual formó la cuarta región, la llamó Sair, e hizo de ella la vivienda de Eblis, jefe de los ángeles rebeldes, que se había negado a reconocer a Adán y saludarle, desobedeciendo así órdenes formales del Altísimo. Luego limitó la quinta región, le dio el nombre de Sakhar, y la reservó, para los impíos, para los embusteros y para los orgullosos. Hecho lo cual, abrió una caverna inmensa, la llenó de aire abrasado y pestilente, la llamó Hitmat, y la destinó para las torturas de judíos y cristianos.
En cuanto a la séptima, llamada Hawya, la reservó para meter allí a los judíos y cristianos que no cupiesen en la anterior, y a los que fueran creyentes más que en apariencia. Estas dos últimas regiones son las más espantosas, mientras que la primera resulta muy soportable. Su estructura es bastante parecida. En Gehannam, la primera, por ejemplo, no se cuentan menos de setenta mil montañas de fuego, cada una de las cuales encierra setenta mil valles; cada valle comprende setenta mil ciudades; cada ciudad, setenta mil torres, cada torre, setenta mil casas, y cada casa, setenta mil bancos. Además, cada uno de los bancos, cuyo número puede sacarse multiplicando todas estas cifras contiene setenta mil torturas y suplicios diversos, de los que sólo Alah conoce la variedad, la intensidad y la duración. Y como esta región es la menos ardiente de las siete, puedes formarte una idea ¡oh Belukia! de los tormentos guardados en las otras seis regiones.
"Si te facilito este dato y estas explicaciones acerca del fuego, ¡oh Belukia! se debe a que los genn somos hijos del fuego.
"Porque los dos primeros seres que del fuego creó Alah eran dos genn, de los cuales hizo El su guardia particular, y a quienes llamó Khallet y Mallit; y a uno le dio la forma de un león, y a otro la forma de un lobo. Y al león le dio órganos masculinos y al lobo órganos femeninos.
El miembro del león Khallit tenía una longitud igual a una distancia en cuyo recorrido se tardasen veinte años, y la vulva de Mallit, la loba, tenía la forma de una tortuga, y su tamaño guarda proporción con la longitud del miembro de Khallit. Uno era de color jaspeado con blanco y negro; y la otra era rosada y blanca. Y Alah unió sexualmente a Khallit y a Mallit, y de su cópula hizo nacer dragones, serpientes, escorpiones y animales inmundos, con los que pobló las Siete Regiones para suplicio de los condenados. Luego ordenó Alah a Khallit y a Mallit que copularan por segunda vez, e hizo nacer de este segundo enlazamiento siete machos y siete hembras, que crecieron en la obediencia. Cuando fueron mayores, uno de ellos que hacía concebir las mejores esperanzas en vista de su conducta ejemplar, fue especialmente distinguido por el Altísimo, quien hizo de él el jefe de sus cohortes constituidas por la reproducción incesante del león y la loba.
Su nombre era precisamente Eblis. Pero emancipado más tarde de su obediencia a las órdenes de Alah, que le mandaba prosternarse ante Adán, hubo de precipitársele en la cuarta región con todos los que se unieron a él. Y Eblis y su descendencia poblaron de demonios machos y hembras el infierno. En cuanto a los otros seis varones y las otras mujeres, siguieron sumisos, uniéndose entre sí, y tuvieron por hijos a los genn, entre los cuales nos contamos, ¡oh Belukia! Y tal es, en pocas palabras, nuestra genealogía.
No te asombres, pues, al vernos, comer de esta manera, porque nuestro origen está en un león, y en una loba. Para darte una idea de la capacidad de nuestro vientre, te diré que cada uno de nosotros devora en el día diez camellos, veinte carneros, y se bebe cuarenta cucharadas de caldo, advirtiéndote que cada cucharada contiene tanto como un caldero.
"¡Ahora, oh Belukia! para que sea perfecta tu instrucción a tu regreso entre los hijos de los hombres, has de saber que a la tierra que habitamos la están refrescando siempre las nieves del monte Cáucaso, que la rodea cual un cinturón. De no ser así, no podría habitarse nuestra tierra por causa del fuego subterráneo. También está la tal constituida por siete pisos que gravitan sobre los hombros de un genni dotado de una fuerza maravillosa. Este genni está de pie encima de una roca que descansa a lomos de un toro; al toro lo sostiene un pez enorme, y el pez nada en la superficie del Mar de la Eternidad.
"El Mar de la Eternidad tiene por lecho el piso superior del infierno, el cual, con sus siete regiones, está cogido entre las fauces de una serpiente monstruosa que permanecerá quieta hasta el día del Juicio.
"Entonces vomitarán sus fauces el infierno y su contenido en presencia del Altísimo, que dictará sentencia de un modo definitivo. "He aquí ¡oh Belukia!...
En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente.
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