Y cuando llegó la 329ª noche
Ella dijo:
"... En cuanto al motivo de mi venida a este país ha sido la busca de una persona amada a quien he perdido, y a quien quería más que a mi vida, a mis oídos y a mi alma. ¡Y tal es mi lamentable historia!" Y Alischar, al terminar estas palabras, prorrumpió en llanto, y se puso tan malo, que se desmayó.
Entonces, Zumurrud, en el límite del enternecimiento, mandó a sus dos eunucos que le rociaran la cara con agua de rosas. Y los dos esclavos ejecutaron enseguida la orden, y Alischar volvió en sí al oler el agua de rosas. Entonces Zumurrud dijo: "¡Ahora, que me traigan la mesa de arena y la pluma de cobre!" Y cogió la mesa y la pluma, y después de haber trazado renglones y caracteres, reflexionó durante una hora, y dijo con dulzura, pero de modo que todo el pueblo oyera: "¡Oh, Alischar, hijo de Gloria! la arena adivinatoria confirma tus palabras. Dices la verdad. Por eso puedo predecirte que Alah te hará encontrar pronto a tu amada. ¡Apacígüese tu alma y refrésquese tu corazón!" Después levantó la sesión y mandó a los esclavos que condujeran a Alischar al hammam, y después del baño le pusieron un traje del armario regio, y montándole en un caballo de las caballerizas reales se lo volvieran a presentar al anochecer. Y los dos eunucos contestaron oyendo y obedeciendo, y se apresuraron a ejecutar las órdenes del rey.
En cuanto a la gente del pueblo, que había presenciado toda aquella escena y oído las órdenes dadas, se preguntaban unos a otros: "¿Qué oculta causa habrá movido al rey a tratar a ese hermoso joven con tanta consideración y dulzura?" Y otros contestaron: "¡Por Alah! El motivo está bien claro: ¡el muchacho es muy hermoso!" Y otros dijeron: "Hemos previsto lo que iba a pasar sólo con ver al rey dejarle saciar el hambre en aquella fuente de arroz con leche, ¡Ualah! ¡Nunca habíamos oído decir que el arroz con leche pudiera producir semejantes prodigios!"
Y se marcharon, diciendo cada cual lo que le parecía o insinuando una frase picaresca.
Volviendo a Zumurrud, aguardó con una impaciencia indecible que llegase la noche para poder al fin aislarse con el amado de su corazón. De modo que apenas desapareció el sol y los almuédanos llamaron a los creyentes a la oración, Zumurrud se desnudó y se tendió en la cama, sin más ropa que su camisa de seda. Y bajó las cortinas para quedar a oscuras, y mandó a los dos eunucos que hicieran entrar a Alischar, el cual aguardaba en el vestíbulo.
Por lo que respecta a los chambelanes y dignatarios de palacio, ya no dudaron de las intenciones del rey al verle tratar de aquel modo desacostumbrado al hermoso Alischar. Y se dijeron: "Bien claro está que el rey se prendó de ese joven. ¡Y seguramente, después de pasar la noche con él, mañana le nombrará chambelán o general del ejército!"
Eso en cuanto a ellos.
He aquí, por lo que se refiere a Alischar. Cuando estuvo en presencia del rey, besó la tierra entre sus manos, ofreciéndole sus homenajes y votos, y aguardó que le interrogaran. Entonces Zumurrud dijo para sí: "No puedo revelarle de pronto quién soy, pues si me conociera de improviso, se moriría de emoción". Por consiguiente, se volvió hacia él, y le dijo: "¡Oh gentil joven! ¡Ven más cerca de mí! Dime: ¿has estado en el hammam?" El contestó: "¡Sí, oh señor mío!" Ella preguntó: "¿Te has lavado, y refrescado, y perfumado por todas partes?"
El contestó: "¡Sí, oh señor mío!"
Ella preguntó: "¡Seguramente el baño te habrá excitado el apetito, oh Alischar! Al alcance de tu mano, en ese taburete, hay una bandeja llena de pollos y pasteles. ¡Empieza por aplacar el hambre!" Entonces Alischar respondió oyendo y obedeciendo, y comió lo que le hacía falta, y se puso contento. Y Zumurrud le dijo: "¡Ahora debes de tener sed! Ahí en otro segundo taburete, está la bandeja de las bebidas. Bebe cuanto desees y luego acércate a mí".
Y Alischar bebió una taza de cada frasco, y muy tímidamente se acercó a la cama del rey.
Entonces el rey le cogió de la mano, y le dijo: "¡Me gustas mucho, oh joven! ¡Tienes la cara muy linda, y a mí me gustan las caras hermosas! Agáchate y empieza por darme masaje en los pies". Al cabo de un rato, el rey le dijo: "¡Ahora dame masaje en las piernas y en los muslos!". Y Alischar, hijo de Gloria, empezó a dar masajes en las piernas y en los muslos del rey. Y se asombró y maravilló a la vez de encontrarlas suaves y flexibles, y blancas hasta el extremo. Y decía para sí: "¡Ualah! ¡Los muslos de los reyes son muy blancos! ¡Y además no tienen pelos!"
En este momento Zumurrud le dijo: "¡Oh lindo joven de manos tan expertas para el masaje, prolonga los movimientos hasta el ombligo, pasando por el centro!" Pero Alischar se paró de pronto en su masaje, y muy intimidado, dijo: "Dispénsame, señor, pero no sé hacer masaje del cuerpo más que hasta los muslos. Ya he hecho cuanto sabía...
En este momento de su narración, Schehrazada vio aparecer la mañana, y se calló discretamente.
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