Ella dijo:
... el poeta Abu-Nowas, se inclinó hacia el oído de Grano-de-Belleza, y le dijo: "¡Oh encantador huésped nuestro! permíteme que te dirija una pregunta. ¿Cómo has podido creer un momento que tu padre Schamseddin te enviara los cincuenta mulos cargados de riquezas? ¡Vamos a ver! ¿Cuántos días se necesitan para ir a El Cairo desde Bagdad?"
El otro contestó: "Cuarenta y cinco". Abu-Nowas preguntó: "¿Y para volver?" El otro contestó: "Otros cuarenta y cinco lo menos". Abu-Nowas se echó a reír y dijo: "¿Y cómo quieres que en menos de diez días tu padre haya averiguado la pérdida de la caravana y haya podido mandarte la segunda?"
Grano-de-Belleza exclamó: "¡Por Alah! ¡Mi alegría fué tan grande; que no me dió tiempo de pensar todo eso! Pero dime, entonces, ¡oh derviche! ¿Quién ha escrito la carta? ¿De dónde procede el envío?" Abu-Nowas contestó: "¡Ah Grano-de-Belleza! ¡Si fueras tan perspicaz como hermoso, hace tiempo que habrías adivinado que nuestro jefe, con su traje de derviche, es nuestro amo el califa, el Emir de los Creyentes, Harún Al-Raschid, y el segundo derviche, el sabio visir Giafar el Barmecida, y el tercero, el portaalfanje Massrur, y yo mismo, tu esclavo y admirador, Abu-Nowas, sencillamente poeta!"
Oídas estas palabras, Grano-de-Belleza llegó al límite de la sorpresa y de la confusión, y preguntó tímidamente: "Pero, ¡oh gran poeta Abu-Nowas! ¿Cuál es el mérito que me ha traído tantos beneficios del califa?" Abu-Nowas sonrió, y dijo: "¡Tu hermosura!" Y añadió: "A sus ojos, el mérito mayor es ser joven, simpático y hermoso. Y se le figura que nunca es caro comprar el espectáculo de un ser bello y el ver un rostro lindo"
A todo esto el califa volvió a ocupar su sitio en la alfombra, y entonces Grano-de-Belleza fué a inclinarse entre sus manos, y le dijo: "¡Oh Emir de los Creyentes! ¡Alah te conserve a nuestro respeto y a nuestro amor, y nunca nos prive de los beneficios de tu generosidad!" Y el califa le sonrió y le acarició levemente la mejilla, y le dijo: "Mañana te aguardo en palacio". Después levantó la sesión, y seguido de Giafar, Massrur y Abu-Nowas, que encargó a Grano-de-Belleza que no olvidase lo ofrecido, se marchó.
Al día siguiente, Grano-de-Belleza, a quien su esposa había aconsejado repetidamente que fuera a palacio, eligió las cosas más preciosas de las que le había llevado el pequeño abisinio Salim, las encerró en un lindísimo cofrecillo, y colocó éste en la cabeza del hermoso esclavo; y después que le vistió y le arregló con esmero su esposa Zobeida, se dirigió hacia el diwán, acompañado del esclavo con su carga. Y subió al diwán, y poniendo el cofrecillo a los pies del califa, le dirigió un cumplimiento en versos bien rimados, y le dijo: "¡Oh Emir de los Creyentes! Nuestro bendito profeta (¡sean con él la plegaria y la paz!) aceptaba los regalos para no causar pena a quienes se los ofrecían. ¡Tu esclavo sería también muy feliz si quisieras recibir este cofrecillo como señal de mi gratitud!"
Encantado el califa de la atención del joven, le dijo: "¡Demasiado regalo es, ¡oh Grano-de-Belleza! pues tu persona supone ya un preciado presente! Sé bienvenido en mi palacio; hoy mismo te conferiré un buen empleo". E inmediatamente destituyó de su cargo al síndico de los mercaderes de Bagdad, y nombró para tal puesto a Grano-de-Belleza. Después, para que todo el mundo se enterara del nombramiento, el califa escribió un firmán con el decreto correspondiente, y lo mandó entregar al walí, el cual se lo dió a un pregonero, que lo promulgó por todos los zocos y calles de Bagdad.
En cuanto a Grano-de-Belleza, desde aquel día empezó a ver con regularidad al califa, que ya no podía pasarse sin él. Y como no tenía tiempo para vender personalmente sus mercancías, mandó abrir una hermosa tienda, a cuyo frente puso al esclavillo moreno, que desempeñó a maravilla tan delicado oficio.
Apenas habían transcurrido dos o tres días, cuando fueron a anunciar al califa la súbita defunción de su gran copero. Y el califa nombró inmediatamente a Grano-de-Belleza gran copero, y le regaló un ropón de honor, apropiado para tan alto cargo, y le asignó suntuosos emolumentos. Y de esta manera ya no se separaba de él.
A los dos días, y estando Grano-de-Belleza al lado del califa, entró el gran chambelán, besó la tierra delante del trono, y dijo: "¡Conserve Alah los días del Emir de los Creyentes, y los aumente en otros tantos como la muerte acaba de arrebatar al gobernador de palacio!" Y añadió: "¡Oh Emir de los Creyentes, el gobernador de palacio acaba de fallecer!" El Emir de los Creyentes dijo: "¡Téngale Alah en su misericordia!" Y en el acto nombró a Grano-de-Belleza gobernador de palacio en vez del difunto, y le asignó emolumentos más suntuosos todavía. Y de esta manera Grano-de-Belleza tenía que estar continuamente al lado del califa. Hecho este nombramiento y comunicado a todo el palacio, el califa levantó la sesión, agitando el pañuelo como de costumbre...
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.
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