Pero cuando llegó la 71ª noche
Ella dijo:
Cuando Daul'makán respiró aquella brisa deliciosa, pensó inmediatamente en la ausencia de su hermana y en el dolor de sus padres al verle volver solo, y se puso a llorar mientras recitaba estas estrofas:
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- ¡Objeto a quien amo! ¿No podré jamás acercarme a ti? ¡Objeto a quien amo! ¿Este silencio reinará siempre entre nosotros?
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- ¡Cuán cortas son las horas de la unión! ¡Cuán largos son los días de la ausencia!
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- ¡Ven, cógeme de la mano! ¡He aquí que mi cuerpo se ha derretido en todo el ardor de mi deseo!
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- ¡Ven y no digas que te olvide! No digas que me consuele. ¡Mi único consuelo sería sentirte entre mis brazos!
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- Ha brillado un instante el relámpago de la felicidad. Pero después de este relámpago, la noche es más noche todavía. Así se transformó en amarga la dulce copa en que el amigo me hizo beber sus delicias.
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- Cuando asomó su rostro el Destino, se alejó la paz de mi corazón. Mi alma ha muerto antes de la unión esperada con el muy amado.
Pero ella dijo: "Es necesario que lo busques. El que encuentres despierto será seguramente aquel cuyos versos acabo de oír". Y el eunuco no se atrevió a insistir más, y salió en busca del hombre de los versos.
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana y se calló discretamente.
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